
Esta
vez, nos mandó Felicitas escribir un cuento corto, de no más de 10 líneas, de
tema libre, que contuviera, por supuesto, su planteamiento, nudo y desenlace.
Estos tres elementos son imprescindibles para cualquier narración, aunque a mí, en un
texto tan pequeño, me cuesta diferenciarlos claramente.
El
resultado fue Jaime, un cuentito, cuyo protagonista, según ha llegado a mis
oídos, anda movilizándose, y eso no me da muy buena espina.
Los insensatos® que tuvieron el valor de
leer Hotel Los Ibones, deben saber que las relaciones entre Marga y Pili
no volvieron a ser como antes. No digo más. En cuanto a Nicolás,
el cachondo proactivo de las narices, decidió, afortunadamente, dejar de ser un
chico tan guay.
En cualquier caso, los oftalmólogos
recomiendan que hagamos una revisión de la vista una vez al año. Si no veis
bien, ya sabéis, a la óptica, a haceros unas gafas. Eso sí, no vayáis a ésta.
Jaime trabaja
desde hace cuatro años en una empresa de atención telefónica. Es alto, con pelo
rubio ensortijado, ojos claros y una permanente sonrisa. No sólo es valorado
por sus jefes, sino también por sus compañeros, que aprecian y buscan su
compañía.
A las ocho, cuando
acaba el servicio, siempre coincide con Silvia en la puerta del edificio; es
cariñosa, simpática y con facciones agradables. Hablan de cualquier cosa, pero
sobre todo del “atleti”, su común afición; Jaime jugó de portero en el juvenil,
hasta que una grave lesión lo retiró; Silvia es gran admiradora de Forlán, y no
sólo de su juego.
Como todas las
tardes, llega Alfonso, saluda, masajea el hombro de Jaime, le da un beso a
Silvia y se marchan abrazados; el chico queda triste y conecta Radio Marca; a
los cinco minutos su padre aparca la furgoneta y Jaime se acerca girando las
ruedas de su silla.
Ahora como entonces sólo una palabra: "Bravo"
ResponderEliminarAmigo Cuentón, me ha encantado.
ResponderEliminarVeo que los tres años de carrera te han servido de mucho, aunque supongo que hay muchísima materia prima en tu interior.
Encantada de estar aquí.
Un abrazo.