
Por asuntos
domésticos, no pude asistir al Taller de Relato Breve durante el último
trimestre, teniéndolo que dejar, temporalmente, en marzo de 2011. Unas semanas después,
Felicitas, la profesora, también tuvo que abandonar. Ciertos imponderables le
hicieron marchar a su país. Ya no volvió a aparecer por allí; ni siquiera sé si
volvió a Madrid.
A
Felicitas no debo más que agradecimiento. Con su personal forma de
enseñarnos, a golpe de pluma (de Word, en este caso), consiguió que de nuestra
imaginación surgieran historias y de
nuestras entrañas, personajes. Algunos compañeros tenían experiencia previa,
pero a mí me incitó a crear, que, como ya he referido en capítulos anteriores,
es una experiencia maravillosa.
Novelista,
cuentista, periodista, guionista de televisión, son algunas de las facetas que ha desarrollado Felicitas. No puedo dar más referencia de ella, pues, que yo sepa,
no conoce sus apariciones en “Los cuentos tontos”. Si alguna vez llegaras a
leerlo, amiga, te pido indulgencia.
Dejémonos
de sentimentalismos. Este último cuento con ella conllevaba su dosis de
jodienda. Tres páginas a diálogo vivo, sin acotaciones ni aclaraciones. O sea,
nada de “y dijo afligido Juan, mientras cambiaba el pañal al perro” o “contestó
Pepe con cara de puercoespín” o “mientras Puri se depilaba con las pinzas el vello de las ingles, pellizcándose donde no debía”. Los protagonistas deberían
ser un hombre y una mujer diferenciados socialmente y con distinta personalidad.
En este caso, yo elegí a Cristóbal y a su hija Matilde. Como ese día estaba
generoso, hice una oferta de 3x2, por lo
que también colé en el cuento al majo de
Esteban. Lo que no sé es si cumplí correctamente con las premisas impuestas por la profe.
En honor
a Felicitas y a todos los compañeros que nos juntábamos alrededor de ella los
martes por la tarde, así como a todos los que, posteriormente, nos hemos
sentado junto a Esther, va esta maravillosa canción de Moody Blues, “Tuesday
afternoon”. Disfrutad de la canción y, si es posible, del cuento.
−¿Qué opina del
sitio, Cristóbal? En este castillo,
según dicen, murió la reina más importante que hemos tenido en España. Ahora lo
han convertido en un parador. Como podrá darse cuenta, no todo el mundo puede
permitirse el lujo de alojarse o comer bajo estas vigas. El director
gastronómico es uno de los más prestigiosos cocineros del país.
−Es verdad papá. Esteban
conoce a mucha gente del mundo de la hostelería. Parece ser que el jefe de
cocina ha dirigido los fogones de varios restaurantes que han obtenido
estrellas Michelín.
−Pues seguro que
alguno de estos platos están hechos con neumáticos recauchutados, llevo diez
minutos mirando la carta y todavía no he encontrado un plato que conozca.
¡Camarero!, ¿aquí no hay filetes?
−No grites, papá,
que esto no es el bar de Nicasio; este restaurante es muy importante; seguro
que hay alguien que conoce a Esteban.
−No te preocupes
cariño. Usted, Cristóbal, como si estuviera en casa. Aquí cada uno está a lo
suyo. En estos sitios no están pendientes de lo que dicen los demás. No crea,
la gente de cierto nivel está por encima de muchas cosas.
−Diréis lo que
queráis, pero por esta zona hay montones de sitios donde se come muy bien y por
muchas menos perras. En este mismo pueblo está Casa Rafael, que hacen un
cabrito de chuparte los dedos. Con una paletilla, una ensalada y vino de la
tierra, pero bodeguero, no hace falta que sea crianza ni hostias en vinagre,
comes como un rey, como comería el rey éste del parador, o la reina, que ellos
no creo que tomaran estas tonterías.
−No te falta razón
papá, pero hoy en día tienes que conocer de todo; además hay que tomar
productos saludables y controlar las grasas, que luego te sube el colesterol
por las nubes. Sabes que don Manuel anda siempre detrás de ti por el tema de la
arteriosclerosis; y me da que tú no le haces mucho caso. Seguro que en los
últimos dos años no te has hecho ninguna analítica.
−Déjale a tu padre
que disfrute. ¡Venga Cristóbal!, pruebe este vino que nos trae el camarero.
−Yo lo pruebo,
pero no ando con las gilipolleces esas de mover la copa, olerlo y poner cara de
entendido; que yo en ningún sitio he visto a nadie que después diga que el vino
está malo. Todos dan un traguito, mueven la cabeza varias veces y dicen al
camarero sonriendo, ¡muy bueno, muy bueno!
−¡Qué! ¿Te gusta
el caldo que ha elegido Esteban? El verano pasado hicimos un curso de cata de
vino y champagne en Francia. Ha escogido uno de la tierra; seguro que en honor
a ti, ya que él los prefiere de otras zonas.
−Está muy rico, pero
como éste lo bebo yo cuando quiera donde el Nicasio, y seguro que mucho más
barato.
−Beba todo lo que
quiera. Cuando se acabe esta botella pedimos otra. Conduce Matilde, que ella
bebe poco. Por cierto, ¿qué le parece el deportivo que le he regalado a su hija?
Tengo un amigo que me los consigue de origen a muy buen precio. Si usted
quisiera, podría tener un cochazo; desde mucho tiempo antes de conocerle
conduce esa furgonetilla.
−Esa furgonetilla,
como tú dices, me lleva y me trae a donde quiero. En veinte años nunca me ha
fallado, y no necesito llevarla a ningún taller especializado; yo mismo le
cambio las piezas.
−Ya papá, pero no
te vendría mal renovar el coche. Tienes suficiente para poder comprar otro
mejor. Además, sabes que si fuera necesario, nosotros podríamos ayudarte.
Tendrías que empezar a cambiar de costumbres. Todavía estás joven, y debes disfrutar
un poco de la vida.
−Desde que murió
tu madre, ya no es lo mismo. Si estuviera ella, tal vez haríamos algún viaje,
de esos que organiza la diputación; pero sin ella, como mejor estoy es con mis
amigos, en el pueblo.
−Para el próximo
puente, podríamos visitar una urbanización en el Mar Menor que te iba a
encantar. Allí hace buen tiempo todo el año, no como aquí, que en invierno no
puedes salir de casa del frío que hace. En este resort que te comentamos tienes aguas termales, médicos pendiente
de ti todo el día; no tendrías que preocuparte ni de cocinar ni de limpiar; además
conocerías a un montón de gente de tu edad; en el pueblo cada vez quedáis menos.
Mamá, desgraciadamente, ya no puede volver. Hay muchos jubilados que se van a
vivir a sitios así. No todo el mundo se lo puede permitir, pero éste no sería
tu caso.
−Vengo yo a
buscarle por la tarde, pasa la noche en casa, y de paso prueba un guisito de
los que hace Matilde; que he de decir que cocina muy bien, bastante mejor que
la asistenta; pero le queda poco tiempo para ello; según parece, en eso ha
salido a su esposa. A la mañana siguiente, prontito, nos ponemos en marcha, y a
la hora de la comida estamos allí. Verá que restaurantes. La costa no es como
antes, donde se comía sólo regular; hasta allí ha llegado también la alta
cocina. ¡Beba!, que esta añada no se encuentra tan fácilmente. Ahora verá como
el lechazo se puede comer de muchas formas.
−Milhoja de
cordero con gratín de patata y salsa de chicle de hierbabuena. ¿Éstas son las mariconadas que coméis los
finos en la ciudad? Yo he estado en Madrid y he comido como dios manda, y en
menú del día. Esto huele como los plantas de mi hermana, pero no veo la carne
por ninguna parte.
−Cierra los ojos,
papá; piensa en cada uno de los elementos de la receta; concéntrate; ya verás cómo
te deleitas con todos ingredientes.
−Lo que has
aprendido con tu marido. No recuerdo que fueras así cuando ibas a la escuela,
ni cuando marchaste al instituto a Valladolid; ni siquiera cuando fuiste a la
universidad a Madrid. Está claro que Esteban te ha enseñado muchas cosas que
nosotros no hemos sabido.
−No te equivoques.
Vosotros me habéis dado la mejor educación. Os habéis desvivido por mí. Tú
trabajabas desde que salía el sol hasta la noche, con las ovejas y con las
tierras. Mamá en casa, como una esclava, cuidando de nosotros y de los abuelos.
Todo para que pudiera estudiar la carrera que siempre he deseado.
−¡Por Dios,
Cristóbal!, su hija es suficientemente inteligente como para aprender todo lo
que se le ponga por delante y más. Bueno, ciertas influencias también cuentan,
pero Matilde se vale por sí sola. ¿Vamos a dejar la botella a medias? Llenemos
las copas y brindemos. Un día es un día.
−Al final me vais
a enchispar. Antes bebía todo lo que hiciera falta, pero ahora estoy
desentrenado; voy a empezar a decir tonterías. Sí, vosotros reíros.
−Estás unos días
sin beber alcohol, mañana te hierves unas verduras, o se lo pides a la tía, y
contrarrestas los efectos del fin de semana. Ahora disfruta, que estás con tus
hijos, bueno, con tu hija y tu yerno, que viene a ser lo mismo.
−¡Eso! Como si
fuera tu hijo. Ya sabes que para mí eres como mi padre; ya que tuve la
desgracia de que el mío se muriera siendo yo un niño. Por cierto papá, ¿has
pensado bien lo que te propusimos en Navidad? Tengo un amigo, muy, muy
importante, que estaría dispuesto a hacerte una buenísima oferta.
−Creo que no es la
primera, ni la segunda, ni siquiera la tercera vez que os lo digo. De mis
tierras saldré solo con los pies por delante. Mientras tanto, nadie me mueve de
ellas. Si quieren construir, que se
vayan a la costa, a hacer casas para viejos. Claro, que como allí ya no queda
sitio, hay que venir a tocar los cojones a los pueblos. Puedes tutearme y
llamarme papá si quieres, pero, no lo vuelvo a repetir, saldré sólo con los
pies por delante. ¡No vendo mis tierras!
Cuentón
Cuentón

Pues creo que Felicitas hizo un buen trabajo y te engaño bien.
ResponderEliminarPerdón, quiero decir enseñó. La canción tambien muy buena.
ResponderEliminarY te engaño bien... ¿No te habrá traicionado el subconsciente?
ResponderEliminarGracias.
No me ha traicionado en absoluto, es que escribiendo con mi movil me pasan estas cosas .... y peores!!!
ResponderEliminarGracias cuentón por tu comentario en mi blog sobre azulejos.
ResponderEliminarMe quedo en tu blog para poder seguir leyendo, me relaja leer, pero me gusta leer cosas irrepetibles como las que he encontrado aquí.
Recibe un cordial saludo desde LEPE.
Gracias Hombre del Alicatado. Cuando me haga rico escribiendo cuentos me haré un chalet en Lepe. Por supuesto que contaré contigo.
ResponderEliminarSeguiré escribiendo historias irrepetibles para que las leas, tú y todo el que quiera.
Un abrazo
Buen relato y excelente el tema musical escogido -me encanta Mody Blues-. Saludos.
ResponderEliminarRamón
Bienvenido a mi blog, Ramón. Cada Tuesday Afternoon trabajo, junto a mis compañeros del taller de narrativa, en la creación de nuevos cuentos.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Creo que tu amiga Felicitas hizo contigo un trabajo muy bueno porque tienes una forma especial de contar las cosas. Eso, más bien, lo llevabas ya dentro mucho antes de acudir al taller del que hablas.
ResponderEliminarHay frases en el texto que me recuerdan a las que decían mis abuelos y me has llenado de ternura.
Ojalá que recibas muchas visitas, otros tantos comentarios y muchos más votos porque eres muy ingenioso y te lo mereces.
Besos.
Bueno, seguro que Cristóbal y la abuela Lucía harían buena pareja. Muchas gracias, Towanda, simpre encontrarás un cuento tonto a tu disposición.
ResponderEliminarÁnimo con tu maravilloso blog "Mi modo de ver la vida" e invito a todos mis lectores a que lo visiten y te voten. http://lablogoteca.20minutos.es/mi-modo-de-ver-la-vida-25742/0/#vota
Buena música y muy buena historia...
ResponderEliminarAdemás, has conseguido tu objetivo: Me has hecho sonreír.
Saludos y adelante!
Acabas de ganar el premio, de dudosa categoría, a la primera lectora del año. Te invito a que sigas. Soy consciente de que te pido mucho sacrificio para empezar el año.
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