
Mi primer trabajo como cuentista fue escribir un relato, de menos de 30 líneas, en primera persona, pero de sexo opuesto al mío.
Mira que es difícil ponerse en lugar de
una mujer. Perdonadme si no se parece a esto.
¡Qué
dolor de cabeza! Todavía me dura de anoche. Ahora mismo me tomo un nolotil.
¡Vaya cara que tengo! Media hora maquillándome. Todas las mañanas el mismo
espectáculo ante el espejo. Yo que siempre había dicho que la gente que se maquilla
tanto oculta algo. Pero no puedo ir a la oficina con estas ojeras, con esas
bolsas que me están saliendo. Hace mucho que nadie me recuerda mi parecido con
Nicole Kidman. No me extraña que en la oficina algunos digan que me pinto más
que una puerta; Pepa “La Puerta ”;
sé que así me llama Alfredo, el de contabilidad; ese idiota que lo único que
hace es pegarse la vida padre, tanto en el trabajo como en su casa, que trata a
su mujer como a un trapo. Con lo maja que es.
He de
tener cuidado al cerrar la puerta cuando salga, para no despertar a Juan, que
luego se queja de que ya no puede dormirse.
He
quedado con Susi para comer. Ayer me dijo que tenía que contarme los problemas
que está teniendo con su jefe, un pelota que ha conseguido el puesto reptando
ante otros jefes, que antes reptaron más que él. Que no pueden aguantar que una
mujer más preparada que ellos llegue a desempeñar ciertas funciones, que va a hacerlo
cien veces mejor que ellos. Claro que Susi es muy tierna, en todos los
sentidos. Desde luego que yo no iba a aguantar lo que aguanta ella; yo, hace
mucho tiempo que le hubiera puesto las cosas muy claritas. Por eso Susi, y casi
todas las de nuestra promoción, acuden a mí para que las aconseje; y para
desahogarse.
Por fin
las siete. Vaya día de trabajo. Aunque el rato que he pasado con Susi me ha dado
vidilla para unas cuantas horas. Sigue tan mona como siempre, y tan tierna.
Ahora voy corriendo al supermercado; menos mal que he encargado la compra por
internet y sólo tengo que recogerla y llevarla a casa. Juan no ha podido hacer
la compra, casi todas las tardes queda con sus amigos para jugar a baloncesto; con
esa barriga que tienen todos. Hoy quiere que le haga tortilla de patatas,
pero de las mías, no de esas que vienen en bolsa. Que ya está harto de tanta
comida precocinada; que si ya se me ha olvidado cocinar, me dice.
¡Vaya!
Otra vez se le ha pasado hacer la cama. Oigo las llaves. Es Juan. Se va a
enfadar porque aún no he hecho la cena. No te preocupes cariño, enseguida la
tienes, se están friendo las patatas. No te vayas al bar, que en cinco minuto
la tienes. ¿Que no te espere despierta? Adiós cariño. Otra vez me deja sola. Se
me ha pegado la sartén. No tengo ganas de cenar, ni de limpiar, ni de planchar.
Me duele la cabeza; me voy a la cama.
¡Pero no
llores, tonta!

Leido tu primer cuento y tengo que decirte que no aburres en absoluto si no todo lo contrario.
ResponderEliminarSi este es el primero... Te aseguro que no está nada mal!
ResponderEliminarGracias María Clara, has conseguido que empiece 2013 más optimista. Feliz año.
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