
Esta semana la clase iba del
lenguaje poético. Este tipo de escritura,
que debe mostrarnos la máxima expresión de la belleza, se caracteriza por el
uso de figuras literarias como la metáfora
(el cosquilleo de tus razonamientos), la personificación
(un empleo llamó a mi puerta), la hipérbole
o exageración (la reforma acabó con el paro de un segundo), el símil o comparación (tu discurso susurra en mis oídos como la brisa marina
en la mañana) y otras muchas que no voy a mencionar, por no masacraros más.
Como habéis podido comprobar en el párrafo anterior, es fácil
aplicar el lenguaje poético a los gobiernos. No obstante, yo preferí utilizarlo
con personas más normales. Aunque
llamar normales a los adolescentes, también sería mucho decir. Bueno, seremos
justos, todos hemos pasado por ello. Es una etapa inevitable en la vida de toda persona, y malo sería que pasara de puntillas. Sin embargo, pocos hemos sido ministros. Al menos, yo no.
La reina de todas las figuras
poéticas es la metáfora, aunque esto que estoy diciendo se parecería más a una
personificación o a una abejificación (perdón), ya que, quitando
a las personas, especialmente borbones, a las abejas y, quizás, a algotra especie de insectos, ¿quién más puede ser rey
o reina?
En “Tsunami de amor”, como ya se
puede comprobar con el título, cometí un brutal abuso de metáforas e
hipérboles. Eso sí, utilicé muchas, pero mal empleadas.
Os dejo “Todo mi amor”,
subtitulado en español, que, como veréis, está repleto de licencias poéticas. No os lo
perdáis, son Led Zeppelin.
Se presenta un
miércoles como tantos, insignificante, olvidable. Tras despedirse de un chico,
se une Raquel, divertida, como suele ser ella, al grupo formado por los de
siempre, compañeros de curso.
—Es tan majo mi vecino.
Tendré que plantearme seriamente dejar a mi chico.
Patri, que
descansa en el borde de la acera, dirige la vista hacia el chico, a punto de
entrar en el gimnasio, y el latente se le acelera como un bólido en la línea de
salida. Apenas ha podido escrutarle, pero el arsenal de pequeñas sensaciones
percibidas se desborda en su interior.
Los recreos del
instituto han pasado de ser una pausa en la rutina a ser un momento de máxima
actividad emocional, en los que la mirada de la chica busca desesperadamente al
vecino de su compañera.
Las tardes en casa
parecen alegres, interpretando conversaciones inventadas, en las que Patricia
comenta situaciones cotidianas. La chica mueve la mano, diseñando el ademán de
trenzar los dedos de su amado. Junta sus tiernos labios y los adelanta,
dejándolos inmóviles durante unos segundos, mientras que su boca se embriaga
del imaginario néctar del deseo.
Pasado un rato, la
alegría se aflige y la sonrisa duele. El llanto resbala por el cuello hasta
deshacerse bajo la camiseta, donde desearía que reposaran sus manos. “Nunca me
atreveré”, piensa. “No seré capaz de hablarle”, afirma. “Será de otra y me
morderé los labios hasta que la sangre se convierta en el rastro de sí misma”.
Alterna momentos
exultantes, cuando se piensa encumbrada por su héroe, y trances sumidos en
congoja, convencida de que nunca le pertenecerá. Decenas, millares, millones de
chicas, antes que ella, tendrán opción de poseerle.
“¡No puede ser!”,
se reconcome Patricia. Raquel se acerca agarrada del brazo de su vecino. Nunca
le había visto tan próximo. Todo lo que había imaginado era una mínima porción de la realidad.
—Os presento a
Jorge, mi nuevo novio —anuncia entusiasmada, mientras que el gesto de
Jorge, timorato, indica querer ser absorbido por el manto terrestre.
Patri se
levanta como un muelle, dejando un “tengo que irme” medio ahogado, y marcha
apresurada en dirección al baño.
La chiquilla,
derrumbada en su lecho, con los dedos entrelazados bordeando el latente
maldito. Los parpados apretados hasta fundirse, imaginando una lluvia de
lacerantes desdichas. Las lágrimas descarrilando entre los suaves surcos de su
semblante, jugoso albaricoque en sazón.
El primer lunes de
mayo se presenta vaporoso, los árboles del jardín próximo al colegio embalsaman
la mañana. Raquel se encuentra más vivaz que nunca. El chico avanza despacio en
dirección al grupo. “Ahí viene, a abrazarla a ella, a despedazarme a mí las
entrañas”, presiente Patricia.
Llega Jorge y no
la abraza, ni la besa, ni siquiera se pone al lado de su vecina. Mil
torbellinos rebotan a una velocidad endiablada entre los poros de la sedosa
piel de Patri, que, como casi siempre, está sentada en el bordillo. No
entiende nada.
—¡Vale, vale! El
otro día os vacilé —se arranca Raquel, con gesto burlón—. Sigo con el mismo
novio, que, si no lo digo, Jorge se enfada. Aunque tendría que mosquearme,
porque si yo no soy su tipo, no sé por qué ahora le gusta venir al sitio de mi
recreo.
—Porque me aburro
de ver siempre las feas caras de mis amigos —se excusa el chico, dirigiéndose a
los que permanecen de pie, mientras su rostro está a punto de incendiarse.
Espera a que suene
el aviso de vuelta a clase para enfrascarse con la mirada en la chica que se
levanta del bordillo, produciendo un verde tsunami que atrapa por sorpresa a
Patricia y le hace esgrimir todas las artes de supervivencia para no verse
ahogada entre todo el amor eyaculado por Jorge, a través de sus ojos.

Que bonito es el amor!!! Sobre todo cuando eres adolescente. Y que decir de los Zepp, esos si que son un tsunami, me encantan, para mi lo más de, lo más. Leyendo,la entrada, al cuento uno se da cuenta de lo difícil que es escribir, a simple vista parece facil y que sólo es cuestion de imaginación, pero no, craso error.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Lo de las comas será porque te has levantado con hambre. Sabía yo que lo de esos chicos, los del vídeo, te iba a gustar.
EliminarUn beso.
O yo tengo los dedos muy grandes o mi telefono la letra muy pequeña, me han salido en el comentario un monton de comas que yo no he puesto, yo que precisamenre tengo escasez de comas.
ResponderEliminarSi no has llegado a Ministro será porque no hayas querido... Seguro que habrías sido mejor que muchos de los que hay y de los que ha habido. ¡Voto por ti!
ResponderEliminarEn cuanto al amor entre adolescentes es así; todas y todos lo hemos padecido y llevado como mejor hemos podido.
Besos.
Me lo estoy pensando. Lo de hacerme ministro. A ver si salen las oposiciones, porque, si me hago, que sea por méritos, no por enchufe.
EliminarUn beso cuentónico.