martes, 1 de abril de 2014

43. La reina de la casa

Leer el cuento

Analepsis y prolepsis. No, no son los nombres de mis perros. Podría ser, pero no, son los nombres de dos recursos narrativos que consisten en romper la línea temporal de la narración para explicar un hecho pretérito o uno que está por venir. O, lo que es lo mismo, de repente te cuento algo que ocurrió hace tiempo o te digo lo que va a ocurrir en el futuro. Así, porque me da la gana.

La profe quiso que escribiéramos un cuento de temática libre de medio folio. Demasiado poco para la señorita Esther, pensaríamos. Y tendríamos razón, pues escondía una carta bajo la manga. El relato debería estar narrado de tres maneras diferentes: uno con estructura temporal lineal -o sea, todo por orden-, otro utilizando analepsis -volviendo al pasado- y uno más con prolepsis -hacia el futuro-. Yo, que suelo ser obediente, escribí en las tres direcciones, aunque acabé haciéndome en la meninge un lío. Todo hay que decirlo. Al final me quedé con el que me pareció más interesante para convertirlo en cuento tonto.

Se estaban repitiendo por aquellas fechas, y siempre en el mismo sentido, tantos sucesos como el de "La reina de la casa" –sin que hoy por hoy se haya avanzado nada en la solución del conflicto-, que decidí reescribir una de aquellas historias. Por supuesto, no hace falta recordar que hablamos de ficción, sin olvidarnos de que esto de los cuentos no deja de ser un juego narrativo del autor.



La oficial reclina con sumo cuidado la amoratada cara de la mujer sobre su hombro, al tiempo que masajea su encrespada melena. Intenta reconfortarla con palabras amables, mientras se dirigen al coche que, tras visitar el dispensario, la ha de llevar a comisaría, donde pasará la noche. Allí, tumbada en uno de los camastros de la pequeña celda, mientras otra mujer la observa con mirada perpleja, se reprochará mil veces el no haberlo entendido antes del matrimonio.

"Cuando te cases conmigo no te va a faltar de nada. No necesitarás trabajar, serás la reina de la casa y de mi vida". Con frases como ésas la había cautivado. Todas las tardes iba a buscarla al trabajo, portando con frecuencia ramos de flores, bombones o perfumes , siendo la envidia de las compañeras, que deseaban, también, tener su príncipe azul, aunque dejaran de  salir o tomar la cerveza, como le había ocurrido a ella, al acabar la jornada laboral.

Tras la boda, ocurrió lo que él la había prometido. Dejó el trabajo, las amigas, la vida social y se dedicó a su reino en cuerpo y alma. Todo debía ser como su majestad el rey deseaba. Ella era la reina, aunque carente de poder. Su misión era servir a su señor y procrear, pero esto nunca ocurrió. Como sus actos no siempre complacían a su amo, éste la castigaba como a los siervos insumisos. Transcurrieron años eternos y las penas impuestas se endurecieron.

Derrumbada observa como su salpicada mano se aferra al cuchillo de cortar la carne. Debajo de ella está su señor,  que emite los últimos estertores. La sangre le chorrea por el cuello y el abdomen. Su tronco produce pequeños respingos, como si quisiera elevar su soberano cuerpo. La reina arroja el arma y se incorpora, mientras su gesto desencajado vomita unos ahogados y amargos quejidos.




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6 comentarios:

  1. Se tomó la justicia por su mano.

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    1. Explotó como un globo al que no se para de hinchar.

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  2. Hola, Vicente.
    Esto de la analepsis y la prolepsis da mucho juego. Se ve que tu profe te lo explicó muy bien porque lo cuentas a la perfección.
    Unos abrazorcios.

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    1. Saludos cuentónicos, amiga Towanda. Te presentaré a mi profe.

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  3. Hola Vicente. Gracias por tu calurosa bienvenida al mundillo blogero en el que me encuentro todavía muy perdida.
    De tus cuentos no sabría decirte cual me ha gustado mas, todos tienen su aquel, y los "prólogos" son demasiado.
    Puedes darte por satisfecho, a mi si me has hecho sonreír, y mucho.
    Seguiré visitándote.

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    1. Bienvenida, Nany, a la bahía de Los cuentos tontos. Sabes que estás invitada a dar un paseo por aquí cuando quieras. Y si traes alguno de tus manjares, mejor.

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