viernes, 1 de febrero de 2013

15. Hijo único

Leer el cuento


“Rompí la carta. Al fin y al cabo, tampoco podría pagar el rescate aunque quisiera hacerlo”. Así se iniciaba el desafío. A partir de ese texto deberíamos conformar un cuento.

Si analizas el enunciado te das cuenta de que nuestra querida jefa de taller te está obligando a crear una nefanda (perdón) historia.  Tienes que pagar un rescate, pero se supone que esto sólo se hace por alguien a quien quieres. Pero, además, no hay euros suficientes en la cuenta. Y, lo peor de todo, es que, aunque tuvieras, no te daría la gana. El escenario parece ciertamente complicado. Jodido, diría el otro.

Piensas en la gente que te rodea y no se te ocurre nadie con quien puedas llevarlo a cabo. Porque  a qué cabeza se le ocurriría pedirte un rescate por un político, o por un banquero, ni siquiera por tu jefe. Por un compañero de trabajo o un vecino, quizás, pero, no nos engañemos, es muy poco probable. Que nos lo pidan y que lo paguemos.

Pues nada, tocaba estrujarse el caletre (…). Pero recordé una historia que me había contado un amigo días atrás y de ahí surgió la idea que me ayudaría a crear "Hijo único". Me estoy dando cuenta de que, cada vez más a menudo, las narraciones que escribo se apoyan en situaciones reales. Unas veces me han afectado personalmente, otras las he encontrado en gente que conozco y  algunas pertenecen a desconocidos.

¿Que qué canción voy a poner? Imagínatelo. “Rescue me”. de The Supremes. Ya sé que aquí el caletre no ha trabajado demasiado, he sido muy previsible, pero es que me gusta este tema. Espero que a ti también, la canción y el cuento. ¡Hasta dentro de quince días!

  
Rompí la carta. Al fin y al cabo, tampoco podría pagar el rescate aunque quisiera hacerlo. En los últimos días lo he perdido todo.
Marta siempre elegía parajes maravillosos para el recreo de nuestros sentidos. Además de cultura, disponía de un refinado gusto, que invitaba a disfrutar de cualquier placer que la naturaleza pudiera ofrecer o que la mano del hombre hubiera elaborado.
—Cierra los ojos y mastica despacio —me dijo sonriente, mientras se acercaba a mí con un tenedor que tapaba con la mano izquierda, para que no pudiera ver su contenido—, lo he hecho especialmente para ti.
—Está delicioso —balbucí mientras mis papilas se despedían llorosas de tal tesoro —, ¿de qué está hecho?
—De mucho cariño. Los demás ingredientes me los reservo, no sea que alguna mala persona que yo conozco, haga mal uso de ellos —respondió sarcástica, mientras su cara reflejaba un gesto burlón.
Y corrí tras ella, como tantas veces; siempre en la misma dirección; siempre haciendo que la cena se enfriara.
Nunca me había sentido tan feliz. No podía imaginar que, metido en la cuarentena, encontraría una mujer tan maravillosa, que colmara de esa forma mi existencia, consiguiendo que mi vida tuviera un verdadero sentido. Haría lo que fuera por ella.
Aquella gélida mañana de mediados de febrero, con las aceras enmoquetadas en blanco, propicias para resbalar, apareció ella, que se deslizó a mi lado, aferrándose a mi brazo para no caer, a punto de precipitarnos, como dos niños en su primera visita a una pista de hielo. Cara de susto, disculpas, primero. Sonrisas, chocolate caliente, después.
Ese día afloró Marta, como un beneficio añadido. Fue nada más salir del banco, donde contraté aquel fondo, tras aquella jugosa operación financiera. A partir de ese momento, mi suerte cambió.
Ser hijo único, aunque pueda no parecerlo, cuenta con numerosas bondades. Éstas aumentan si perteneces a una familia económicamente respetable: puedes estudiar en los mejores colegios, te mueves en círculos distinguidos, conoces a personas que para otros serían seres de ficción y, sobre todo, no tienes que rivalizar con nadie para conseguirlo.
—¿Quién es? —pregunté a Marta, al ver la foto que llevaba en el interior de uno de los desplegables de su cartera, complemento que solía utilizar con la mayor discreción. La había abierto sin reparar en mi presencia y rápido la cerró.
—Es mi hermano Rafa. Sabes que soy muy celosa de mi intimidad, prefiero no hablar de mi familia.
No hice ningún otro comentario. Ese hermetismo era lo único que podía reprocharle, pero yo actuaba de forma similar. Por un momento me resultaron conocidos los ojos de Rafa; quizás me recordaban la mirada de su hermana.
Ser hijo único, si bien puede creerse que todos son excelencias, acarrea ciertos inconvenientes: no poder compartir tus ilusiones y confidencias, largos ratos de aburrimiento, no desarrollar ciertas habilidades que poseen otros niños. En mi caso, estas desventajas se acentuaron por el hecho de perder a mi madre en plena pubertad, quedándome sólo con mi padre, siempre muy ocupado, y con alguna asistenta severa, aburrida y… fea, todo hay que decirlo. Parecía que mi padre se esmerara en contratarlas así.
Él se ha dedicado a los más variopintos negocios, en muchos casos ignorados por mi madre y, más tarde, por mí. Sé, por terceras personas, que no todas sus ocupaciones han sido tan honorables como se pudiera desear del padre de uno. También conozco de sus adicciones al juego y al güisqui, aumentadas desde que enviudó. No sólo perdió dinero sobre el tapete, también posesiones y participaciones empresariales; amén de las hipotecas que pesan sobre todas nuestras pertenencias, incluida la casa donde yo vivo, y de los avales, firmados por mí.
Nadie cercano sabe de mis avatares paternos, ni siquiera Marta, que, en los dos meses en que llevamos saliendo, no ha conocido a mi progenitor; además, he procurado mentarle lo menos posible en nuestras conversaciones, a pesar de que, en varias ocasiones, se ha interesado por sus negocios.
Hace tres días falleció mi padre, de un infarto de miocardio. A su débil estado de salud no ayudó el estrepitoso fracaso financiero sufrido en las últimas semanas, fruto de ciertas especulaciones infligidas sobre sus bienes  por sus llamados amigos. Al entierro no hemos ido más de diez personas. Marta estuvo todo el tiempo ofreciéndome consuelo, pero recriminándome, también, no haberle dado la oportunidad de conocerle en vida.
Ser hijo único supone que, en la mayoría de las ocasiones, heredas todas las riquezas de tus padres. A veces, como en mi caso, sucede lo contrario, y lo que obtienes son todas sus deudas, consiguiendo que pierdas, además, tus bienes, tus ahorros, tu reciente fondo, quedando en la ruina; aunque cuantos te conocen  te envidien, por esa herencia tan suculenta que imaginan que has obtenido. Marta, incluso, alguna vez, había bromeado sobre mi presunta fortuna.
Hoy, al llegar a casa, la encuentro sentada en una silla, maniatada, con un ojo amoratado, y con una pistola apuntándola en la sien; suplicándome, entre sollozos, que la ayudara. A su lado, un tipo barbudo, con gafas de concha. Me da una carta y me dice que, en cuanto salga por la puerta con mi novia prisionera, la lea con detenimiento. Si quiero que ella siga con vida,  deberé cumplir con lo que está escrito.
 Me lío a puñetazos con todo lo que pillo a mano. Me descubro llorando, temiendo por el futuro de mi amada. Mareo mi cerebro pensando en ese tipo y caigo en la cuenta de que coincidí con él un par de veces en el banco; la última fue la mañana en que, al salir de la sucursal, conocí a Marta; el día en que contraté aquel fondo por medio millón de euros.
Sigo rumiando su cara y reparo en que sus chispeantes ojos son los mismos que vi, a hurtadillas, en la foto que ella guardaba en su cartera. Está claro. Es su hermano… o su marido… o su socio. Todo este tiempo he sido engañado. Tanto padre rico, tanto hijo único… tanto cariño malgastado. Sólo querían mi dinero, el dinero que ya es de mis acreedores. 

14 comentarios:

  1. Muchas gracias. Me alegra que te haya gustado el cuento. Eres una de mis tres seguidoras y media favoritas.
    Un beso.
    Cuentón.

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  2. Fíjate todo lo que puede salir de una mente brillante (como la tuya) tan solo con una frasecita sin importancia.
    Estupendo Cuentón.

    Un abrazo grandísimo.

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    1. ¡Gracias, halagadora!, por hacerme una visita cada quince días. Enhorabuena por tu gran blog, donde nos muetras tu modo de ver la vida, http://platonenmismanos.blogspot.com.es/, que recomiendo a mis tres seguidores y medio. Y que todo el mundo se entere de que ha sido el más votado de tu categoría en los premio 20blogs.
      Un beso.

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  3. Hola Melodie, bienvenida a "Los cuentos tontos". Comentarios como los tuyos me ayudan a continuar trabajando por este sitio, que, como cantaría Antonio Vega, es el de mi recreo. Espero que los próximos capítulos también te gusten. Me daré un paseo con Lara y contigo por tu blog.
    Un beso.

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  4. Peroquémestáscontando, Cuentón? Que los diosesdelolimpo me alejen de borrar ningún comentario. Es más, me crezco con los que son más desagradables. De verdad, que no he borrado ningún comentario tuyo (al menos voluntariamente) y el problema es que tampoco me acuerdo de haberlo leído. En cualquier caso mil gracias por tu enhorabuena y efectivamenteysí Towanda y su hiperactividad (no sé como nos contesta a todos sin tener ni un Community Manager ni ná) mereceria venirse conmigo a la fiesta. Larga vida a tus CuentosTontos. Bizzz

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    1. Quizás me enfrasqué en la burocracia bloggera y no acabé de consumar el acto. No obstante, lo que te vendría a decir sería una tontada más de las mías ¡Corre por los cinco mil euros! Que el muñequito, aunque sea, lo compramos en los chinos.

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  5. Pero qué ven mis ojos???? La rubia y Cuentón con una mención a mí misma, jajajaja.
    Tú sí que sabes (a la rubia, le digo) elegir sitios para visitar. Éste es bueno y formal, Cuentón es un estupendo cuentista, te lo digo yo.

    Me alegro, y te lo digo desde aquí también, de tu posición de finalista y espero que les ganes a los otros dos.

    Unos besotazos.

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    1. En el próximo concurso, seguro que se tendrá en cuenta tu esfuerzo y, sobre todo, tu valía. Aunque que mejor premio que la fidelidad de tus seguidores.

      Un tontósculo.

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    2. Cuentón, hay que ser elegante en la victoria y -sobretodo- en la derrota. No siempre un@ puede gustar a tod@ y no por eso hay que desanimarse. Me cabreó más que me sancionaran (sin razón, por mi parte) que no estar entre los finalistas; te lo digo de verdad.

      Tengo un premio muy grande, como dices tú, que es el grupito que desde hace un tiempo me sigue y eso es muy importante en un mundillo caprichoso como éste.

      Nos vemos mañana y otra vez será, si es que tiene que ser.

      Besos y nos vemos.

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  6. Saludos, Cuentón.
    Muy buen cuento. Un claro exponente de que muchas veces las cosas no son lo que parece...

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    1. No puede fiarse uno de las apariencias. Llevar un Lacoste no siempre significa que seas pijo y no renovar apenas el vestuario quiere decir que seas pobre. También están los Burberry de mercadillo y a los que les dura mucho las prendas de Saint Laurent.
      Saludos desde la meseta.

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  7. Saludos Cuentón: Recuerda aquella canción referida al "Mardito parné". El dinero lo pudre todo; hasta el amor. ¿Que tendrá el c.!
    Muy buen relato.

    Aldade.

    http://colocotroco.blogspot.com.es/

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    1. Gracias Aldade por visitar este modesto blog. Celebro que te haya gustado el cuento. Me daré una vuelta por "El Rey de Colocotroco".

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